14 noviembre, 2011
por newmusicalestress
Hace poco hablábamos de Chris Martin, el cantante de Coldplay, y de la presentación mundial de su nuevo disco que hicieron en Madrid. Hoy vamos a hablar de su santa esposa, la actriz Gwyneth Paltrow. Aquí se han juntado dos portentos que ponen a sus hijos nombres como «Apple», pobres muchachos.
Gwyny, como la llaman los más íntimos, hasta hace unos años llevaba una carrera en continuo ascenso, que culminó ganando un Oscar, y en la que se pasaba por la piedra a gente como Brad Pitt o Ben Affleck. Esto ha cambiado. Y la culpa según vemos su línea cronológica es, claramente, de Chris Martin, a quien gustosos le echaríamos la culpa de muchas maldades del universo, así, sin motivo aparente. Gracias a él cada vez que algún medio publica un ranking con la gente más odiada de Hollywood, allí estaba Gwiny.
El principal problema que tiene es que la va liando allá donde va, y al final en el único sitio donde gusta es en Talavera de la Reina, donde estuvo estudiando cuando era jovencita.
La chica tiene fama de antiamericana, pese a ser de Los Ángeles, por hacer declaraciones de que se vive mejor en europa y que L.A. le agobia.
Además tiene fama de pija y de vivir alejada de la realidad, por decir cosas como que cuando se le quema un plato cocinando lo tira a la piscina.
Como muchos padres estrella, parece que tienen a sus hijos medio aislados del mundo. Asegura que ellos no han probado una hamburguesa con patatas, porque es veneno. En definitiva, que os dejamos con algunas perlas:
“Preferiría antes consumir crack, a un queso que venga en lata”
«Me gusta vivir aquí (UK) porque no encajo en América. Los británicos son mucho más inteligentes y civilizados que los americanos. No hablan de temas como trabajo y dinero, ¡hablan de cosas más interesantes durante la cena!»
«No tengo amigos borrachos. Mis amigos son adultos; beben, pero saben cómo hacerlo. Creo que ver a la gente emborracharse da vergüenza ajena. Es sencillamente ridículo. Y también lo encuentro degradante. Pienso: ‘Oooh, te estás degradando a ti mismo, agarrando una cogorza en público».
«Soy jodidamente buena en lo que hago, y la gente que vale la pena y está interesada lo sabe. Eso es lo único que importa»
«No soy perfecta, sólo me esfuerzo mucho»
“Respeto y admiro a gente que ha sido infiel. La infidelidad es algo normal”
«¿Quieres saber dónde puedes hacerte las ingles brasileñas en París? ¿O dónde encontrar un buen restaurante con vino ecológico? La gente sabe que yo sé esas cosas»
También es una heroína, no os perdáis el relato de cómo salvo a una mujer de la muerte en el 11-S:
«Básicamente, lo que sucedió es que había ido a una clase de yoga muy temprano. Iba camino a casa y era la mañana del 11 de septiembre -no es que supiera en ese momento qué significaba- y una chica estaba cruzando la calle imprudentemente y las dos nos paramos al mismo tiempo y esperamos un tiempo largo. Diez años más tarde recibí una carta suya diciendo que iba llegando tarde al trabajo, que tuvimos ese encontronazo, que bajó a la estación de Christopher Street para ir al World Trade Center donde trabajaba en el piso 77 de la torre sur y el tren se estaba marchando. Así que, si no hubiéramos tenido esa interacción, siente que su vida hubiera tenido un curso muy diferente. Fue una historia extraordinaria y todo lo que podía pensar es en todas las personas que tuvieron experiencias como esa aquel día, pero no pueden encontrar al otro porque no es una persona reconocible»
Hemos dejado para el final lo mejor que ha soltado últimamente. Se debía sentir mal por aquellas declaraciones a favor de la infidelidad, y en una rueda de prensa en el pasado festival de Venecia ha dicho esto:
«Creo que si se aplicara la violencia mortal como castigo por aventuras extramatrimoniales, quedarían vivos sólo tres hombres en esta sala. Incluso menos. Al fin y al cabo, ¡estamos en Italia!«.