Gwyneth Paltrow

Hace poco hablábamos de Chris Martin, el cantante de Coldplay, y de la presentación mundial de su nuevo disco que hicieron en Madrid. Hoy vamos a hablar de su santa esposa, la actriz Gwyneth Paltrow. Aquí se han juntado dos portentos que ponen a sus hijos nombres como «Apple», pobres muchachos.

Gwyny, como la llaman los más íntimos, hasta hace unos años llevaba una carrera en continuo ascenso, que culminó ganando un Oscar, y en la que se pasaba por la piedra a gente como Brad Pitt o Ben Affleck. Esto ha cambiado. Y la culpa según vemos su línea cronológica es, claramente, de Chris Martin, a quien gustosos le echaríamos la culpa de muchas maldades del universo, así, sin motivo aparente. Gracias a él cada vez que algún medio publica un ranking con la gente más odiada de Hollywood, allí estaba Gwiny.

El principal problema que tiene es que la va liando allá donde va, y al final en el único sitio donde gusta es en Talavera de la Reina, donde estuvo estudiando cuando era jovencita.

La chica tiene fama de antiamericana, pese a ser de Los Ángeles, por hacer declaraciones de que se vive mejor en europa y que L.A. le agobia.

Además tiene fama de pija y de vivir alejada de la realidad, por decir cosas como que cuando se le quema un plato cocinando lo tira a la piscina.

Como muchos padres estrella, parece que tienen a sus hijos medio aislados del mundo. Asegura que ellos no han probado una hamburguesa con patatas, porque es veneno. En definitiva, que  os dejamos con algunas perlas:

“Preferiría antes consumir crack, a un queso que venga en lata”

«Me gusta vivir aquí (UK) porque no encajo en América. Los británicos son mucho más inteligentes y civilizados que los americanos. No hablan de temas como trabajo y dinero, ¡hablan de cosas más interesantes durante la cena!»

«No tengo amigos borrachos. Mis amigos son adultos; beben, pero saben cómo hacerlo. Creo que ver a la gente emborracharse da vergüenza ajena. Es sencillamente ridículo. Y también lo encuentro degradante. Pienso: ‘Oooh, te estás degradando a ti mismo, agarrando una cogorza en público».

«Soy jodidamente buena en lo que hago, y la gente que vale la pena y está interesada lo sabe. Eso es lo único que importa»

«No soy perfecta, sólo me esfuerzo mucho»

“Respeto y admiro a gente que ha sido infiel. La infidelidad es algo normal”

«¿Quieres saber dónde puedes hacerte las ingles brasileñas en París? ¿O dónde encontrar un buen restaurante con vino ecológico? La gente sabe que yo sé esas cosas»

También es una heroína, no os perdáis el relato de cómo salvo a una mujer de la muerte en el 11-S:

«Básicamente, lo que sucedió es que había ido a una clase de yoga muy temprano. Iba camino a casa y era la mañana del 11 de septiembre -no es que supiera en ese momento qué significaba- y una chica estaba cruzando la calle imprudentemente y las dos nos paramos al mismo tiempo y esperamos un tiempo largo. Diez años más tarde recibí una carta suya diciendo que iba llegando tarde al trabajo, que tuvimos ese encontronazo, que bajó a la estación de Christopher Street para ir al World Trade Center donde trabajaba en el piso 77 de la torre sur y el tren se estaba marchando. Así que, si no hubiéramos tenido esa interacción, siente que su vida hubiera tenido un curso muy diferente. Fue una historia extraordinaria y todo lo que podía pensar es en todas las personas que tuvieron experiencias como esa aquel día, pero no pueden encontrar al otro porque no es una persona reconocible»

Hemos dejado para el final lo mejor que ha soltado últimamente. Se debía sentir mal por aquellas declaraciones a favor de la infidelidad, y en una rueda de prensa en el pasado festival de Venecia ha dicho esto:

«Creo que si se aplicara la violencia mortal como castigo por aventuras extramatrimoniales, quedarían vivos sólo tres hombres en esta sala. Incluso menos. Al fin y al cabo, ¡estamos en Italia!«.

Por qué dicen que la comida de los aviones es una mierda

Según la BBC, un estudio anuncia que un entorno ruidoso hace que la comida sepa peor. Así que por esa regla de tres en España sabría todo a boquerón crudo, por ejemplo, que es bastante inmundo.

Han decidido que esta es la razón por la que la comida de los aviones es tan deplorable, como dice la opinión popular; tenemos que aclarar que a nosotros nos parece bastante decente, pero puede ser porque tenemos el listón muy bajo después de haber pasado por el comedor del colegio. De todas formas, como ya no te dan ni el periódico en los vuelos, a quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga.

Para realizar el trabajo de campo sacaron algo de picoteo a 48 participantes, elegidos a dedo, y les pusieron unos cascos, de los de oír o de los que llevas puestos para que no te hablen los colgados en el transporte público. Mientras comían iban escuchando desde silencio absoluto a extractos de Sálvame Deluxe,  como sonido inmediatamente anterior al umbral del dolor. Y llegaron a la conclusión de que las cosas sabían más y mejor en silencio. Esta noticia nos desagrada ya que somos de los que subimos la tv cuando vienen algunas visitas para no oir cómo devoran unos doritos como si fueran linces con la rabia.

Dicen que la NASA (NingúnAstronautaSuperaráaAstraco) les da a los astronautas comida con sabores fuertes porque el sentido del gusto se ve afectado, no hay más que ver la nula estética de los cohetes. Profundizando un poco en este asunto, si carecen de gusto podrían obligarles a comer sus propios desechos, que total les iban a saber igual que un bogavante, y englobarlo en un moderno programa llamado Optimización de Recursos Espaciales e Intestinales (OREI)

Esto además demuestra por qué en las cenas de Navidad puedes gastarte dos duros en la comida pero no en las copas, porque al fin y al cabo de la comida es de lo último que te acuerdas.

A nivel personal hemos observado que, efectivamente, la comida queda en un segundo plano para nosotros cuando tenemos a alguien en la mesa de al lado berreando: en vez de comernos el codillo queremos rompérselo. También salimos con un considerable estado de nervios, sin importar lo que estemos digiriendo, de las comidas familiares, donde se violan todos los límites acústicos legales.

Sin embargo, en un ambiente tranquilo es más probable echarse la siesta, con lo que todo nos sabe mucho mejor, dónde va a parar.

Un cadáver a los postres

Nos ha llegado una noticia del Spiegel (sí, lo leemos en el desayuno, de Alemania nos gustan sus revistas y sus series de acción cutres), seguramente sea una trola pero como no contrastamos nada vamos a publicarlo. El caso es que en Berlín, ciudad donde lo único que sobran son sitios para comer, van a abrir un nuevo restaurante que ofrece un menú para caníbales. La campaña de marketing ha sido en la onda de las de la DGT: piden donantes de miembros humanos. Bueno, también piden donantes del resto de partes del cuerpo, no sólo comerán penes. También buscan un cirujano de grandes proporciones y un ayudante de cocina tolerante.

Ojo, que no les vale cualquiera para donar: te tienes que hacer miembro, rellenando un formulario en el que te preguntan por tu grupo sanguíneo, historial de operaciones, si eres fumador…lo normal, vamos. En vez del pan te regalan un chequeo médico y el hospital. Eso sí, si superas las pruebas tú decides qué parte de tu cuerpo quieres donar.

Todos pensamos en el donante, pobrecillo que va a donar un brazo o un pulmón o un esternón, pero nadie piensa en el pobre comensal que tendrá que aceptar el género que le den sin poder elegirlo. Porque claro, si vas a donar una parte de tu cuerpo será que estás hasta las pelotas de ella o que huele mal o que la tienes gangrenada. No es lo mismo que estar cangrejado, como este

Se supone que el recetario viene dado por la cocina Wari, una tribu del Amazonas de las miles que han sido masacradas, cosa que tiene mucho más delito y a nadie parece asustarle tanto, porque les han llegado quejas hasta del parlamento. Consideran el asunto de mal gusto. Ya están jodiendo una buena iniciativa, así no hay quien emprenda un negocio.

Nos hemos puesto en contacto con el restaurante y no nos han contestado a nada, sólo que ya no admiten más prepucios, pero hemos extraído conclusiones muy interesantes:

1) Te puedes llevar tu propia comida- te hacen descuento- y lo que no te guste te lo reimplantan. Eso sí, no hagas esto los sábados por la noche, porque están a tope y los reimplantes los hacen sin muchos miramientos, pudiendo dar a error en algunos casos como el de este amigo:

2) Todo sabe a pollo, así que pide lo más barato y no te andes con tonterías del estilo de lomo alto o tronco bajo, da lo mismo

3) Ni pidas chorizos criollos ni butifarras

Nosotros ya hemos rellenado nuestro formulario, aunque no sabemos qué parte donar. ¿De qué os desprenderíais vosotros?