Con las manos en la grasa

Pasta con chorizo

En un nuevo intento de aunar nuestras pasiones, aquí inauguramos una nueva sección, esta vez de cocina. No porque nos guste cocinar sino porque nos gusta comer. Estamos dispuestos a luchar contra la tiranía impuesta por las pijadas culinarias y la hipocresía de los programas de televisión patrocinados por hornos pirolíticos, que suena a rechupete o piruleta. Queremos reivindicar la verdadera cocina con la que nos hemos críado y que se manifiesta de forma innata a medida que crecemos, como animales que somos. En esta sección las únicas reducciones que veréis serán las de cráneos, y nuestra especia preferida será la nocilla. Hoy nos aferramos a un clásico,  la pasta con chorizo, claro, que provoca más adicción que la heroína.

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Ingredientes:

Tacos de chorizo Revilla, el más auténtico. En su defecto, lanchas de chorizo revilla, al gusto, partidas en cachos pequeños. Los grumetes también pueden usar chorizo del picante.

Pasta. Da igual cuál. Macarrones de los pequeños, pajaritas, espaguetis, caracoles, rulos… nuestro conocimiento de las variedades de pasta es, como veis, sorprendente.

8 latas de cerveza

– La mitad de un ajo. ¿Un ajo es todo el ajo o una cabeza de ajo? Esperamos que lo sepas, si no igual te pasas o no llegas.

Tomate frito. Ni natural, ni triturado. Tomate frito de brick. Mejor si es Apis. Admisible Hacendado y Orlando. No admisible el tomate del Lidl. En serio. Es de demasiada calidad para nuestro plato.

– Una cuchara de aceite (conocido popularmente como un-poquito-de-aceite). Si no encontráis una cuchara de aceite también puede servir una cuchara de metal.

Queso rallado. El de 4 quesos de El Caserío para gratinar queda muy bien. Pero vamos, no es imprescindible como el chorizo o el ajo. O la pasta. No.

¿Y ahora qué?

Hervimos la pasta. Mejor si nos pasamos del tiempo de cocción, en plan madre. La separamos. Abrimos una cerveza.

Partimos el ajo en trozos pequeños. Nos olemos los dedos. En una sartén echamos un poco de aceite. Encendemos el gas o la vitro (nadie dice vitrocerámica a estas alturas de nivel lingüístico) con objeto de que se caliente el aceite, algo que nos va a ayudar a acabar mucho antes. Metemos dos dedos para comprobar si el aceite está lo suficientemente caliente.

Freímos el ajo. Cuando empiece a dorarse =cuando empiece a ponerse marrón, echamos el chorizo y procedemos a realizar uno de los actos básicos de la cocina española: rehogamos. Que es freírlo en una sartén, básicamente. Abre otra cerveza.

Lo juntamos con la pasta en una misma olla, también al fuego, o en la sartén si sólo haces comida para tí y el perro. Venga, de un trago.

Echamos el tomate y lo mezclamos con una cuchara de palo, porque las de aluminio rallan lo antiadherente de las ollas y las sartenes. Y las de aluminio con mango de plástico son una mierda, se rompen al mes. Como lo oyes. Bebe cerveza.

Mezclamos también el queso. Si es queso rallado, pues no, porque te da un poco igual echarlo antes o después. Si es del de El Caserío para gratinar, se deshace con el calor y se te saltan las lágrimas, ni en el mejor restaurante de París vas a probar una obra de arte semejante. Y mojad bien el pan y las falangetas.

Precio para 4 personas:  si cobras a tus invitados te saldrá la jugada perfecta, pídele 2 € a cada uno y obtendrás beneficios.

Tiempo de preparación: necesitas estar 30 minutos antes estirando brazos y bebiendo cervezas para estar un poco puesto.

Dificultad: Relativamente fácil.